Las fístulas broncoesofágicas son muy poco frecuentes en perros y gatos. Estas suelen ser secundarias a la penetración de cuerpos extraños en el esófago. Pueden desarrollarse fístulas entre el esófago y cualquier parte del árbol respiratorio. Se ha descrito una forma congénita y se ha señalado que los cairn terriers pueden estar predispuestos. El signo clínico más común es la tos después de comer o beber. También puede observarse regurgitación, anorexia, fiebre y letargo, que pueden estar relacionados con neumonía.
La exploración radiográfica puede revelar cuerpos extraños radiopacos y neumonía. Los esofagogramas de contraste permiten visualizar la comunicación entre el esófago y las vías respiratorias. Se recomienda el uso de pequeñas cantidades de bario; los agentes de contraste yodados son hiperosmolares y pueden causar edema pulmonar.
La corrección quirúrgica de las fístulas broncoesofágicas consiste en una lobectomía de pulmón y requiere la reparación del defecto en el esófago. En la mayoría de los casos, el pronóstico después de la cirugía es bueno.