La inflamación de las meninges, la cubierta membranosa del cerebro y la médula espinal (meningitis) y la inflamación del cerebro (encefalitis) se producen frecuentemente de forma simultánea (meningoencefalitis), aunque cualquiera de ellas puede desarrollarse por separado. Muchas enfermedades inflamatorias del sistema nervioso central también afectan la médula espinal (denominadas encefalomielitis y meningoencefalomielitis). Las causas de la inflamación incluyen infección por bacterias, virus, hongos, protozoos, rickettsias, parásitos y sustancias químicas. En algunos casos, el sistema inmunitario está implicado o se desconoce la causa. En los gatos, especialmente en los adultos, los virus, protozoos y hongos son causas más frecuentes de meningitis y encefalitis que las bacterias.
Los signos habituales de meningitis son fiebre, dolor y rigidez del cuello y espasmos musculares dolorosos. Los gatos pueden presentar estos signos sin ninguna señal de disfunción cerebral o de la médula espinal. Sin embargo, en la meningoencefalitis se puede desarrollar depresión, ceguera, parálisis parcial de la cara o de las extremidades, pérdida del equilibrio o del control motor, convulsiones, cambios de comportamiento, agitación, inclinación de la cabeza y comportamiento en círculos y pérdida del conocimiento (incluyendo coma), según la gravedad y localización de la inflamación. El análisis del líquido cefalorraquídeo procedente de una punción lumbar es el medio más fiable y preciso para identificar la meningitis o la encefalitis. Pueden ser necesarias pruebas de laboratorio adicionales para identificar la causa de la enfermedad.
Los casos resultantes de un trastorno del sistema inmunitario pueden tratarse con corticoesteroides u otros medicamentos que alteren el sistema inmunitario. Las infecciones causadas por protozoos y ciertas bacterias pueden tratarse con los antibióticos apropiados, y las infecciones fúngicas pueden tratarse con fármacos antimicóticos específicos. El pronóstico de recuperación depende de la causa, la gravedad de la infección y si la infección ha causado o no un daño irreversible al tejido nervioso. El tratamiento de apoyo puede incluir analgésicos, anticonvulsivos, fluidoterapia, suplementos nutricionales y fisioterapia.
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