Las enfermedades del sistema musculoesquelético suelen afectar a la capacidad del perro para moverse. El grado de limitación del movimiento depende del tipo y la gravedad del problema. Los trastornos esqueléticos y articulares son los más comunes, pero los problemas en el sistema musculoesquelético también pueden indicar enfermedades de los músculos, problemas neurológicos, tóxicos en el organismo, anomalías hormonales, trastornos metabólicos, enfermedades infecciosas, trastornos sanguíneos y vasculares, mala nutrición y defectos del nacimiento.
Los trastornos que afectan principalmente a la membrana muscular o a las fibras musculares se llaman miopatías. Los trastornos de la membrana muscular pueden ser hereditarios o adquiridos. Las miopatías que afectan a los componentes de la fibra muscular real incluyen la polimiositis y la miopatía de esfuerzo. El diagnóstico de una miopatía suele requerir pruebas de laboratorio.
Los tendones no se estiran, por lo que son propensos a lesionarse y pueden desgarrarse si se aplica una gran cantidad de fuerza sobre ellos. Estas lesiones dan lugar a tendinitis, que es una inflamación de los tendones. Debido a que los tendones y los ligamentos están relativamente mal abastecidos de sangre, cicatrizan lentamente y a veces de forma imperfecta. Las lesiones de los ligamentos y tendones requieren paciencia y una cuidadosa rehabilitación a largo plazo. Los tendones curados no son tan fuertes y son propensos a sufrir lesiones en el futuro.
Algunas enfermedades óseas están presentes al nacimiento (hereditarias) o son el resultado de deficiencias nutricionales o de lesiones. Los trastornos hereditarios incluyen algunos casos de displasia de cadera canina o tener dedos extra (polidactilia). Un nivel desequilibrado de minerales en la dieta, particularmente de oligoelementos como el cobre, zinc y magnesio, es una causa frecuente de defectos óseos. Los animales en crecimiento que se alimentan con demasiada proteína o que tienen un equilibrio inadecuado de calcio y fósforo también pueden desarrollar trastornos nutricionales que afectan a los huesos. La ingesta excesiva o insuficiente de ciertas vitaminas, en especial las vitaminas A y D, puede influir en el crecimiento y el desarrollo de los huesos.
La mayoría de los trastornos óseos provienen de algún tipo de traumatismo, como fracturas o fisuras. Las infecciones que causan que el tejido óseo se rompa o se muera pueden dar lugar a trastornos óseos. En otras situaciones, las enfermedades de los ligamentos o tendones pueden causar problemas óseos secundarios.
Los trastornos articulares pueden estar causados por traumatismos en las articulaciones, inflamación a largo plazo, problemas del desarrollo o infecciones. Las lesiones traumáticas pueden producir consecuencias a corto plazo como luxación, fractura o distorsión (inestabilidad) de una articulación. Los efectos a más largo plazo pueden incluir artritis o la rotura de ligamentos o membranas cercanas.
La inflamación crónica o de larga duración se observa con mayor frecuencia en las articulaciones asociadas con el movimiento. Los efectos de la inflamación a largo plazo pueden ser complicados. Cualquier lesión articular cambia la composición y la cantidad de líquido dentro de la articulación, lo que afecta a la cantidad de presión sobre los huesos que la conectan.
En los últimos años se han producido grandes avances en las técnicas de diagnóstico y curación de los trastornos musculoesqueléticos. Cuando se detectan precozmente, los trastornos a menudo pueden corregirse y es posible un retorno completo a una vida sana.