Etiología y patogénesis de la hipofosfatemia en animales
La causa más común de deficiencia crónica de fósforo es una ingesta inadecuada de alimentos o un contenido inadecuado de fósforo en la dieta durante un tiempo prolongado. Esto puede observarse tanto en animales enfermos, que permanecen anoréxicos durante periodos prolongados, como en animales de pastoreo que habitan en regiones áridas, donde el suelo tiene un bajo contenido de fósforo. El agotamiento de fósforo también puede ser el resultado de una enfermedad tubular renal crónica, debida a una alteración de la reabsorción renal de fósforo (p. ej., el síndrome de Fanconi) o a un hiperparatiroidismo primario o secundario que causa un aumento de la excreción renal de fósforo. La hipofosfatemia es un hallazgo frecuente en caballos con insuficiencia renal crónica.
En el ganado vacuno, se observa frecuentemente hipofosfatemia transitoria durante el periodo periparto, especialmente en vacas lecheras de alta producción. La causa principal de esta hipofosfatemia, al inicio de la lactación, suele atribuirse a una alteración en el equilibrio del fósforo, debida a la pérdida repentina de grandes cantidades de este mineral a través de la glándula mamaria. Sin embargo, también se ha demostrado que se produce una hipofosfatemia transitoria, aunque pronunciada, en vacas periparto previamente mastectomizadas, lo que indica que es probable que otros mecanismos —como la disminución de la ingesta de alimento alrededor del parto, la reducción de la motilidad gastrointestinal asociada a la hipocalcemia concomitante o los desplazamientos de fósforo inorgánico hacia el espacio intracelular inducidos por hormonas— sean al menos factores causales igualmente importantes.
La hipofosfatemia sin agotamiento de fósforo puede producirse tras la administración oral o parenteral de carbohidratos, así como después de la administración parenteral de insulina, como resultado de un aumento de la captación celular de fósforo en combinación con glucosa. La alcalemia y la alcalosis respiratoria aumentan la captación celular de fósforo y, por lo tanto, también tienen un efecto hipofosfatémico.
Hallazgos clínicos y lesiones de la hipofosfatemia en animales
Los signos de deficiencia crónica de fósforo se observan, con mayor frecuencia, en animales alimentados con una dieta deficiente en fósforo durante varios meses. Los animales jóvenes, privados de fósforo, crecen lentamente, desarrollan raquitismo y suelen tener un pelaje áspero, mientras que los animales adultos, en las primeras etapas, pueden volverse letárgicos, anoréxicos y perder peso. De hecho, la anorexia es el único síntoma de privación crónica de fósforo que se ha descrito de forma más regular en todas las especies. En las etapas posteriores, los animales pueden desarrollar pica, osteomalacia, marcha anormal y cojera, y finalmente pueden permanecer postrados.
En el ganado vacuno, la disminución de la producción de leche y de la fertilidad está asociada con el agotamiento de fósforo en la dieta, aunque se considera que esto se debe más a la reducción crónica de la ingesta de energía en animales anoréxicos que a un efecto directo de la deficiencia de fósforo.
La hipofosfatemia periparto del ganado lechero se ha asociado empíricamente con lo siguiente:
anorexia,
debilidad muscular,
dolor muscular y óseo,
rabdomiólisis,
hemólisis intravascular.
Otros efectos potenciales de la hipofosfatemia incluyen signos neurológicos, posiblemente relacionados con el metabolismo energético alterado; función cardiaca y respiratoria alterada (disminución de la contractilidad del músculo estriado y cardíaco); y disfunción de leucocitos y plaquetas, que se cree que está causada por la disponibilidad reducida de ATP en estados de deficiencia de fósforo en las células de los diversos tejidos afectados.
Se considera ampliamente que la hipofosfatemia del periparto en el ganado vacuno está asociada con la postración durante el periparto y con el síndrome de la vaca caída. Hasta ahora, sin embargo, no ha sido posible inducir experimentalmente la postración hipofosfatémica, ni se ha identificado un mecanismo fisiológicamente plausible, a través del cual la hipofosfatemia pueda causar postración.
La hemoglobinuria posparto es otra afección observada en vacas lecheras de alta producción, que se ha asociado empíricamente con hipofosfatemia al principio de la lactación. La enfermedad, que se observa solo de forma incidental, se caracteriza por una hemólisis intravascular pronunciada asociada a hemoglobinuria y se produce predominantemente en las primeras semanas de la lactación. Con frecuencia es mortal.
Los hallazgos de la necropsia, en los casos de agotamiento crónico de fósforo, son los específicos del raquitismo o de la osteomalacia. Las canales aparecen demacradas con un pelaje opaco. Son frecuentes las fracturas de costillas, vértebras o pelvis, así como las placas de crecimiento y las uniones costocondrales ensanchadas, las deformidades angulares y los huesos largos acortados.
Diagnóstico de la hipofosfatemia en animales
Medición del fósforo en sangre
La hipofosfatemia se diagnostica fácilmente mediante análisis bioquímicos sanguíneos; la concentración de fósforo en sangre, sin embargo, es un mal parámetro sustitutivo para diagnosticar la deficiencia de fósforo. Debido a la falta de un parámetro confiable para evaluar el nivel de fósforo de un animal individual, se deben considerar abordajes indirectos, como la estimación de la ingesta diaria de fósforo, teniendo en cuenta las pérdidas de fósforo a través del riñón, el intestino y la glándula mamaria.
El agotamiento del fósforo no se diagnostica fácilmente en animales vivos. La privación sostenida de fósforo induce una actividad osteoclástica pronunciada, lo que provoca la liberación de fósforo junto con calcio desde el hueso. Al mismo tiempo, la privación de fósforo estimula la activación de la vitamina D3, supuestamente a través de una regulación negativa de la producción del factor de crecimiento de fibroblastos 23 en el hueso. Los animales con deficiencia crónica de fósforo pueden mantener la concentración sérica de fósforo inorgánico dentro o, al menos, cerca de los límites normales, a través de los mecanismos mencionados anteriormente. Por otro lado, la concentración de fósforo sérico puede estar disminuida, incluso en ausencia de agotamiento de fósforo, debido a cambios compartimentales entre el espacio intra y extracelular.
Otros factores que afectan la concentración sérica de fósforo son la variación diurna, el efecto de la actividad física, el sitio de recogida de la muestra de sangre y los tratamientos administrados, como la dextrosa IV o la insulina parenteral. De ello se deduce que la concentración de fósforo en suero o plasma no refleja de forma confiable la homeostasis del fósforo en el organismo.
La determinación de la densidad ósea o del contenido de fósforo óseo, en una biopsia de costilla o hueso pélvico, se ha propuesto como herramienta para diagnosticar la depleción crónica de fósforo en ganado vacuno. Sin embargo, el contenido de fósforo óseo tarda en responder a la privación de fósforo, y también en volver a sus valores normales tras el inicio de la suplementación con fósforo. Por lo tanto, el contenido de fósforo en el hueso fresco es un buen indicador de las reservas corporales de fósforo, pero no del aporte actual. Además, como la obtención de biopsias óseas no es práctica en condiciones de campo, la determinación del contenido de fósforo óseo suele limitarse a la exploración post mortem o a actividades de investigación. El examen radiográfico del hueso revelará una radiopacidad reducida de los huesos, en animales con agotamiento crónico del fósforo.
Opcionalmente, la resorción ósea puede evaluarse midiendo la concentración de productos de degradación del colágeno en suero u orina, como la hidroxiprolina. El aumento de la resorción ósea, sin embargo, no es patognomónico de la deficiencia de fósforo, ya que también puede presentarse cuando hay una ingesta deficiente de calcio en la dieta o en casos de acidosis metabólica crónica.
Se pueden enviar muestras de alimentos para determinar el contenido de fósforo en la dieta, lo que permite estimar la ingesta de fósforo si se conoce la cantidad diaria de alimento consumido. En los animales en pastoreo, la concentración de fósforo en el suelo o en una muestra fecal puede determinarse y usarse como un parámetro indirecto y general para evaluar si el contenido de fósforo en la dieta es adecuado.
Tratamiento y prevención de la hipofosfatemia en animales
Administración oral de sales de fosfato
Proporcionar alimentos con un contenido adecuado de fósforo
El agotamiento crónico del fósforo y la hipofosfatemia se tratan de forma más eficaz, proporcionando cantidades suficientes de alimento con un contenido adecuado de fósforo. Esto se suele lograr cambiando a ingredientes alimentarios con mayor contenido de fósforo o usando suplementos minerales enriquecidos con fósforo.
La necesidad de una intervención terapéutica en casos de hipofosfatemia aguda es controvertida, ya que con frecuencia se presenta en animales que han estado anoréxicos durante unos pocos días o en vacas lecheras recién paridas. Aunque no parece haber signos clínicos que puedan atribuirse inequívocamente a la hipofosfatemia aguda, la afección a menudo se trata en la clínica.
Las sales de fosfato, administradas oralmente, son eficaces, seguras y rentables, y tienen un efecto rápido y sostenido incluso con hipofosfatemia pronunciada. El tratamiento oral, sin embargo, requiere una motilidad gastrointestinal adecuada y puede no ser adecuado para pacientes con diarrea o vómitos persistentes. Las sales de fosfato utilizadas para este propósito son fosfato mono o disódico. El fosfato monopotásico puede usarse en casos con hipopotasemia concomitante. En el ganado vacuno, se usan otras sales, como el fosfato dicálcico o el fosfato magnésico, en los ingredientes de los baños. Estos compuestos, sin embargo, no son adecuados para la corrección rápida de la hipofosfatemia, debido a su escasa solubilidad.
El tratamiento IV de la hipofosfatemia puede estar indicado en pacientes con vómitos crónicos, diarrea persistente u otra alteración importante de la función gastrointestinal normal. El tratamiento intravenoso consiste en la administración de soluciones salinas de fosfato que, sin embargo, actualmente no están disponibles para uso veterinario en la mayoría de los países. Los productos que contienen fósforo, registrados para uso parenteral en animales, suelen contener fósforo orgánico como el toldimfos, el butafosfano, el fosfito o el hipofosfito. Estos compuestos no proporcionan fosfato (PO4), la forma biológicamente activa de fósforo de la que depende el organismo.
En los animales de compañía, el tratamiento incluye la infusión IV de soluciones salinas de fosfato sódico, o de soluciones de fosfato monopotásico en pacientes con hipopotasemia concomitante. En el ganado vacuno, la administración rápida de soluciones de sal de fosfato sódico se ha recomendado en la literatura más antigua. Las sales de fosfato mono o dibásico (ya sea Na2HPO4 o NaH2PO4) infundidas por vía IV aumentan rápidamente la concentración de fósforo inorgánico sérico. El fosfato tribásico (Na3PO4) es un detergente cáustico que no puede usarse en ninguna circunstancia para la suplementación de fósforo por vía oral o IV. Un problema con la infusión IV de soluciones con sales de fósforo es que el Pi libre en el plasma llega al riñón, donde es filtrado por los glomérulos renales y luego debe ser reabsorbido en los túbulos renales.
Dado que la reabsorción tubular es un proceso saturable, la infusión de fósforo, a una velocidad que aumenta la concentración plasmática por encima del umbral renal, incrementa desproporcionadamente la excreción renal de fósforo y, por consiguiente, solo eleva transitoriamente la concentración plasmática. Esto explica el efecto de corta duración (<2 horas) de las soluciones de fosfato sódico cuando se administran en forma de bolo IV, como a veces se usa en la clínica con ganado vacuno.
La administración rápida de sales de fosfato de sodio causa una hiperfosfatemia transitoria pero grave y, por lo tanto, crea un riesgo de disminución súbita de las concentraciones séricas de calcio y magnesio, debido a la precipitación de las sales de fosfato de calcio y magnesio. Esta es también la razón por la que debe evitarse la administración parenteral simultánea de fosfato con soluciones que contengan calcio o magnesio. La infusión lenta de sales de fósforo durante varias horas, como se hace en la clínica humana o de animales de compañía, produce un efecto más sostenido y reduce el riesgo de hipocalcemia. Actualmente, la FDA no ha aprobado soluciones que contengan sal de fosfato de sodio para su administración IV en animales; por lo tanto, cualquier administración IV eficaz de fosfato está fuera de indicación.
El agotamiento del fósforo en animales de pastoreo sanos puede prevenirse asegurando una ingesta suficiente de alimentos con un contenido adecuado de fósforo. En los animales que pastan en suelos deficientes en fósforo, el agotamiento puede evitarse mediante la fertilización del suelo con fósforo o la suplementación de la dieta con sales de fosfato. En la industria láctea, la sobrealimentación con fósforo es más común, debido a la preocupación de que las recomendaciones actuales sobre el contenido de fósforo en la dieta del ganado vacuno sean inadecuadas para vacas lecheras de alto rendimiento, particularmente al principio de la lactación. La investigación confirma consistentemente que una concentración de fósforo del 0,42 % en materia seca es adecuada para vacas lecheras de alto rendimiento.
Actualmente, no se conoce ningún enfoque eficaz para prevenir la hipofosfatemia y el agotamiento del fósforo al inicio de la lactación. La alimentación con mayores cantidades de fósforo en la dieta, durante las últimas semanas de gestación, está contraindicada, ya que disminuye la tasa de absorción intestinal de fósforo y aumenta el riesgo de hipocalcemia en el periparto. La proporción de calcio/fósforo (Ca/P) en la dieta, que parece ser esencial en caballos y otras especies para prevenir el hipoparatiroidismo o hiperparatiroidismo secundario, no es importante en rumiantes. El ganado tolera proporciones de Ca/P entre 1:1 y 8:1, siempre que la ración cumpla con los requerimientos mínimos de ambos minerales. Esta peculiaridad en los rumiantes puede explicarse por la elevada concentración de fósforo en la saliva (5-10 veces la concentración en suero) y por las grandes cantidades de saliva producidas que alteran considerablemente la proporción de Ca/P del contenido ruminal.
Conceptos clave
A menudo, se considera que las concentraciones bajas de fósforo en sangre indican una deficiencia de fósforo en el organismo. Sin embargo, este concepto es engañoso, ya que no existe una asociación fija entre la concentración de fósforo en sangre y el contenido de fósforo de varios tejidos.
Aunque los signos clínicos asociados a la deficiencia crónica de fósforo están bien definidos (es decir, anorexia, retraso en el crecimiento y productividad reducida), la relevancia clínica de la hipofosfatemia transitoria es controvertida.
En pacientes con una función gastrointestinal adecuada, la administración oral de sales de fosfato es un tratamiento eficaz, rentable y seguro con un efecto rápido y sostenido. La administración parenteral de compuestos orgánicos de fósforo, como fosfito o hipofosfito, no es adecuada para aumentar el fósforo plasmático, ya que no proporciona la forma (es decir, fosfato, PO4) que necesita el organismo.