La hepatitis por adenovirus en perros produce fiebre, vasculitis y hepatitis, con posibles secuelas de coagulopatía y los subsiguientes efectos corneales o renales inmunomediados. La mayoría de los perros se recuperan, pero la enfermedad puede ser mortal. El tratamiento es de apoyo; el diagnóstico ante mortem se realiza mediante PCR, ELISA o pruebas serológicas. La vacunación con adenovirus canino 2 vivo modificado protege frente a esta enfermedad causada por el adenovirus 1 canino, y se considera una vacuna esencial.
La hepatitis infecciosa canina (HIC) debida al adenovirus canino 1 (CAV-1) es una enfermedad infecciosa mundial en perros, con signos clínicos que varían desde una ligera fiebre y congestión de las membranas mucosas hasta una depresión grave, leucopenia marcada y trastornos de la coagulación. Los signos clínicos y las anomalías de laboratorio a menudo se relacionan con la tendencia del virus a causar necrosis hepatocelular y daño difuso de las células endoteliales; sin embargo, el depósito de inmunocomplejos asociado a virus también puede provocar uveítis, opacidad corneal y glomerulonefritis. El diagnóstico puede establecerse mediante el uso de pruebas de ELISA, serológicas o de PCR, y el diagnóstico post mortem incluye la identificación de cuerpos de inclusión intranucleares en el hígado, la prueba de PCR o la FISH del tejido infectado.
Aunque la enfermedad es el resultado de la infección por CAV-1, la administración de la vacuna viva atenuada de CAV-2 proporciona una protección adecuada. Los cuidados de apoyo están dirigidos a mantener la hidratación, tratar la disfunción hepática, controlar el estado coagulopático y tratar las infecciones bacterianas secundarias. La tasa de mortalidad varía de ~0 % al 30 %; en algunos perros supervivientes, sin embargo, pueden persistir enfermedades orgánicas como la hepatitis o la glomerulonefritis después de la recuperación.
La hepatitis infecciosa canina también se ha descrito en zorros, lobos, coyotes, osos, linces y algunos pinnípedos; otros carnívoros también pueden infectarse sin desarrollar la forma clínica de la enfermedad. La enfermedad se ha vuelto poco común en zonas donde se realiza la inmunización de forma rutinaria; sin embargo, los brotes periódicos, que pueden reflejar el mantenimiento de la enfermedad en hospedadores silvestres y asilvestrados, refuerzan la necesidad de una vacunación continuada.
Etiología y patogenia de la hepatitis infecciosa canina
La hepatitis infecciosa canina se debe a un virus de ADN no envuelto, el adenovirus canino 1 (CAV-1), que está antigénicamente relacionado con el CAV-2 (una de las causas de la traqueobronquitis infecciosa canina).
La exposición oronasal a la orina, las heces o la saliva de los perros infectados es la principal vía de infección. También es posible la transmisión a través de fómites o ectoparásitos. Los perros que se recuperan excretan el virus por la orina durante ≥6 meses. La infección inicial se produce en las criptas amigdalinas y los nódulos linfáticos regionales, seguida de viremia e infección diseminada. Las células endoteliales vasculares son el objetivo principal, y el parénquima hepático y renal, el bazo y los pulmones también se infectan. Las lesiones renales crónicas y el enturbiamiento corneal ("ojo azul") son el resultado de la formación de inmunocomplejos después de la recuperación de la fase aguda o subclínica de la enfermedad.
Hallazgos clínicos de la hepatitis canina infecciosa
Los signos clínicos de la hepatitis infecciosa canina varían desde una ligera fiebre hasta una muerte hiperaguda. La tasa de mortalidad es del 10-30 % y suele ser más elevada en perros muy jóvenes. La infección simultánea por parvovirus o moquillo empeora el pronóstico. El periodo de incubación es de 4-9 días. El primer signo es a menudo una fiebre de >40 °C, que dura 1-6 días y suele ser bifásica. Si la fiebre es de corta duración, la leucopenia puede ser el único otro signo; sin embargo, si la fiebre persiste durante >1 día, se desarrolla una enfermedad aguda.
Los signos clínicos pueden incluir:
Signos inespecíficos como letargo, sed o anorexia.
Conjuntivitis, secreción oculonasal serosa o nubosidad corneal (ojo azul).
Dolor abdominal y vómitos, incluyendo hematemesis.
Signos compatibles con coagulopatía o vasculitis, como petequias de la mucosa oral.
En algunos casos, las amígdalas pueden estar aumentadas de tamaño y puede aparecer taquicardia desproporcionada con la fiebre. Puede producirse un edema subcutáneo de la cabeza, el cuello y el tronco. A pesar de la afectación hepática, existe una notable ausencia de ictericia en la mayoría de los casos clínicos agudos.
El tiempo de coagulación está directamente relacionado con la gravedad de la enfermedad; el compromiso vascular endotelial puede conducir a una coagulación intravascular diseminada, junto con un fallo del hígado para reponer rápidamente los factores de coagulación consumidos. Puede ser difícil controlar la hemorragia, que se manifiesta como sangrado alrededor de los dientes temporales y hematomas espontáneos.
La afectación del SNC es inusual y puede representar encefalopatía hepática o vasculitis intracraneal, hemorragia o trombosis. Los perros gravemente infectados pueden desarrollar convulsiones por daño en el prosencéfalo. La paresia puede ser consecuencia de hemorragias del tronco encefálico y también se han descrito ataxia y ceguera central. Los zorros tienen con mayor frecuencia signos del SNC y convulsiones intermitentes durante el curso de la enfermedad, y la parálisis puede afectar a una o más extremidades o a todo el cuerpo. Los perros con hepatitis infecciosa canina no suelen mostrar signos respiratorios; sin embargo, se ha encontrado el CAV-1 en perros con signos clínicos de traqueobronquitis infecciosa.
Los hallazgos de laboratorio reflejan la coagulopatía, cuando está presente (tiempo de protrombina prolongado, trombocitopenia y aumento de los productos de degradación de la fibrina). Los perros gravemente afectados muestran lesión hepatocelular aguda (aumento de la actividad de ALT y AST). La proteinuria es frecuente. La leucopenia suele persistir durante todo el periodo febril. El grado de leucopenia es variable y parece relacionarse con la gravedad de la enfermedad.
Una vez recuperados, los perros comen bien, pero aumentan lentamente de peso. Las actividades de las transaminasas hepáticas alcanzan su punto máximo alrededor del día 14 de la infección y luego disminuyen lentamente. En el 25 % de los perros recuperados, se desarrolla opacidad corneal bilateral 7-10 días después de que desaparecen los signos clínicos agudos y por lo general se resuelve de manera espontánea. En los casos leves, el único signo clínico de enfermedad puede ser una opacidad corneal transitoria.
Lesiones
El daño endotelial origina hemorragia en cepillo en la serosa gástrica, los nódulos linfáticos, el timo, el páncreas y los tejidos subcutáneos. La necrosis de células hepáticas produce cambios variables del color en el hígado, que puede ser de tamaño normal o estar tumefacto. Histológicamente, hay necrosis centrolobulillar, con infiltración neutrofílica y monocítica, e inclusiones intranucleares hepatocelulares. La pared de la vesícula biliar suele estar edematosa y engrosada; se puede encontrar edema del timo. En la corteza renal pueden observarse focos blancos grisáceos.
Diagnóstico de la hepatitis canina infecciosa
Valoración clínica
Pruebas
Aunque los signos clínicos de la hepatitis infecciosa canina pueden ser inespecíficos, cualquier cachorro joven con evidencia de disfunción hepática grave, coagulopatía o coagulación intravascular diseminada, u opacidad corneal, debe considerarse como sospechoso de hepatitis infecciosa canina. Están disponibles comercialmente pruebas de ELISA, serológicas y de PCR para obtener un diagnóstico ante mortem.
Por lo general, el inicio brusco de la enfermedad y el sangrado sugieren hepatitis infecciosa canina, aunque la evidencia clínica no siempre es suficiente para diferenciar la hepatitis infecciosa canina del moquillo. El diagnóstico definitivo ante mortem no es necesario antes de instaurar el tratamiento de apoyo; sin embargo, puede realizarse con pruebas de ELISA, serológicas y de PCR disponibles comercialmente. La PCR o los fragmentos de restricción de longitud polimórfica son necesarios para distinguir definitivamente el CAV-1 del CAV-2, si es clínicamente necesario. Los cambios macroscópicos post mortem en el hígado y la vesícula biliar son más concluyentes, y el diagnóstico se confirma mediante el aislamiento del virus, inmunofluorescencia, cuerpos de inclusión intranucleares característicos en el hígado o PCR o estudios de hibridación fluorescente in situ del tejido infectado.
Tratamiento de la hepatitis infecciosa canina
Cuidados de apoyo
El tratamiento de la hepatitis infecciosa canina es un tratamiento de apoyo, que incluye los siguientes objetivos:
Proporcionar soporte de fluidos (soluciones electrolíticas IV equilibradas y suplementos de dextrosa según sea necesario).
Mantener una nutrición adecuada.
Para tratar la coagulopatía (plasma o transfusiones de sangre completa o tratamiento anticoagulante).
Para limitar la invasión bacteriana secundaria (antimicrobianos IV).
Aunque la opacidad corneal transitoria (que puede observarse en el desarrollo de la hepatitis infecciosa canina o asociada con la vacunación con vacunas vivas atenuadas frente al CAV-1) no suele necesitar tratamiento, puede usarse una pomada oftálmica que contenga atropina para aliviar el espasmo ciliar doloroso que a menudo acompaña a esta afección. Los perros con nubosidad corneal deben protegerse de la luz brillante. Los corticoesteroides sistémicos están contraindicados para el tratamiento de la opacidad corneal asociada con la hepatitis infecciosa canina.
Prevención de la hepatitis infecciosa canina
Hay disponibles vacunas inyectables con el virus vivo modificado y a menudo se combinan con otras vacunas. La vacunación frente a la hepatitis canina infecciosa se recomienda en el momento de la vacunación contra el moquillo canino. Los anticuerpos maternos de perras inmunes interfieren con la inmunización activa en los cachorros hasta que estos tienen 9-12 semanas de vida.
Las vacunas vivas atenuadas frente al CAV-1 producen opacidades pasajeras uni- o bilaterales de la córnea, y el virus puede excretarse en la orina. Por estas razones, las cepas de virus vivos atenuados CAV-2, que brindan protección cruzada contra el CAV-1, se usan preferentemente porque tienen muy poca tendencia a producir opacidades corneales o uveítis y el virus no se elimina en la orina.
Históricamente, la revacunación anual contra la hepatitis infecciosa canina era estándar, y muchas vacunas han recibido autorización para su administración anual. La evidencia creciente sugiere que la inmunidad inducida por vacunas inyectables de virus vivos modificados CAV-1 dura ≥3 años, y los prospectos de algunas vacunas comerciales están comenzando a reflejar un intervalo de revacunación más largo.
Con respecto a la desinfección de las instalaciones veterinarias y las perreras, debe tenerse en cuenta que el CAV-1 es duradero en el medio ambiente, sobreviviendo fuera del hospedador durante semanas o meses. Es resistente a los solventes lipídicos (como el éter), así como al ácido y al formol; sin embargo, puede inactivarse mediante limpieza con vapor o mediante la exposición a una solución de hipoclorito sódico al 1-3 % (lejía doméstica).
Puntos clave
La hepatitis infecciosa canina es una enfermedad vírica que afecta a perros jóvenes y puede acompañarse de una amplia variedad de signos clínicos, que van desde fiebre y letargo hasta insuficiencia hepática, coagulopatía grave y la muerte.
El diagnóstico puede obtenerse mediante ELISA, PCR o evaluación serológica, pero no es necesario antes de iniciar el tratamiento, que consiste principalmente en cuidados de apoyo.
Los cuidados de apoyo están dirigidos a mantener la nutrición y el equilibrio adecuado de líquidos mientras se abordan la disfunción hepática y las tendencias hemorrágicas.
Aproximadamente el 10-30 % de los cachorros afectados mueren de CAV-1; sin embargo, la vacunación con CAV-2 de virus vivo modificado proporciona una protección adecuada.
Para más información
VCA Animal Hospitals: Infectious Hepatitis (Adenovirus) in Dogs
Sykes JE. Hepatitis infecciosa canina. In: Canine and Feline Infectious Diseases. Elsevier/Saunders; 2014:182-186.
Consulte también la información para propietarios sobre la hepatitis infecciosa canina.