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Moquillo canino

PorKate E. Creevy, DVM, MS, DACVIM-SAIM;Jeremy B. Evans, DVM
Revisado/Modificado nov 2022 | Modificado dic 2022

El moquillo canino es una enfermedad viral sistémica altamente infecciosa que afecta a los perros en todo el mundo. Los perros suelen mostrar signos clínicos sistémicos (fiebre, letargo, pérdida de apetito), signos respiratorios (secreción nasal, neumonía) y signos GI (diarrea), seguidos de forma variable de signos neurológicos (contracciones musculares, convulsiones focales o generalizadas), que se pueden retrasar. La vacunación está disponible y suele ser eficaz. El diagnóstico se establece mediante el reconocimiento de los signos clínicos, junto con la confirmación mediante pruebas de anticuerpos o de PCR con transcriptasa inversa. El tratamiento suele ser de apoyo y el pronóstico varía con la gravedad de los signos neurológicos.

Clínicamente, el moquillo canino se caracteriza por:

  • Una fiebre difásica.

  • Secreción respiratoria y neumonía.

  • diarrea e inapetencia

  • Con frecuencia, complicaciones neurológicas.

La epidemiología del moquillo canino se complica por el gran número de especies sensibles a la infección. La enfermedad se observa en Canidae (perro, zorro, lobo, mapache), Mustelidae (hurón, visón, mofeta, glotón, marta, tejón, nutria), la mayoría de los Procyonidae (mapache, coatí), algunos Viveridae (binturong, civeta de palma), Ailuridae (panda rojo), Ursidae (oso), Elephantidae (elefante asiático), primates (mono japonés) y grandes Felidae (gatos). Los perros domésticos (incluidas las poblaciones silvestres) se consideran especies reservorio en la mayoría de lugares, si no en todos. La deriva antigénica y la diversidad de cepas están cada vez más documentadas en asociación con los brotes en especies silvestres, perros domésticos y animales exóticos mantenidos en zoológicos y parques.

Etiología y patogenia del moquillo canino

El virus del moquillo canino es un paramixovirus estrechamente relacionado con los virus del sarampión y de la peste bovina. El virus de ARN monocatenario, frágil y con envoltura es relativamente inestable fuera del hospedador. La infección se transmite principalmente a través de las secreciones de gotículas de aerosol de los animales infectados. Algunos perros infectados pueden eliminar partículas de virus durante varios meses.

El virus se replica inicialmente en el tejido linfático del tracto respiratorio. Una viremia asociada a las células produce infección de todos los tejidos linfáticos y posteriormente en el epitelio respiratorio, GI y urogenital, así como en el SNC y los nervios ópticos. La enfermedad aparece tras la replicación del virus en estos tejidos. La extensión de la viremia y de la transmisión del virus a varios tejidos está moderada por la extensión de la inmunidad humoral específica en el hospedador durante el periodo virémico.

Hallazgos clínicos del moquillo canino

Por lo general se produce fiebre transitoria 3-6 días después de la infección por el virus del moquillo canino, y puede haber leucopenia (caracterizada por linfopenia) en ese momento; estos signos clínicos pueden pasar desapercibidos o pueden acompañarse de anorexia. La fiebre disminuye durante varios días antes de que se produzca un segundo pico, el cual puede acompañarse de una secreción nasal serosa, descarga ocular mucopurulenta, letargo y anorexia. Pueden aparecer signos gastrointestinales y respiratorios, que suelen complicarse por infecciones bacterianas secundarias; en raras ocasiones se puede observar una dermatitis pustulosa. Puede desarrollarse encefalomielitis en asociación con estos signos, tras la enfermedad sistémica, o producirse en ausencia de signos sistémicos. Los perros que sobreviven a la fase aguda pueden manifestar hiperqueratosis de las almohadillas plantares y el epitelio del plano nasal, así como hipoplasia del esmalte en los dientes con erupción incompleta.

En general, un curso más prolongado de la enfermedad se asocia con la presencia de signos neurológicos; sin embargo, no hay forma de anticipar si un perro infectado desarrollará manifestaciones neurológicas.

Los síntomas neurológicos típicos incluyen:

  • Espasmos musculares involuntarios localizados (mioclonía, corea, espasmo flexor, hipercinesia).

  • Convulsiones, que incluyen salivación y movimientos de masticación de la mandíbula (crisis de goma de mascar).

Otros signos neurológicos son:

  • Movimientos en círculo.

  • Inclinación de la cabeza.

  • Nistagmo.

  • De paresia a parálisis.

  • Convulsiones que varían en tipo desde focales a generalizadas.

Las cepas virales emergentes pueden estar asociadas con un mayor neurotropismo. Se ha observado un aumento de la morbilidad y la mortalidad a partir de complicaciones neurológicas.♦1♦

Un perro puede presentar alguno o todos estos signos clínicos multisistémicos durante el curso de la enfermedad. La infección puede ser moderada e inaparente o dar lugar a una enfermedad grave con la mayoría de los signos clínicos descritos. El curso de la enfermedad sistémica puede durar tan solo 10 días; sin embargo, la aparición de los signos neurológicos puede retrasarse durante varias semanas o meses como resultado de una desmielinización crónica progresiva en el SNC.

Los hallazgos clinicopatológicos son inespecíficos e incluyen linfopenia, con el posible hallazgo de cuerpos de inclusión virales en los leucocitos circulantes de forma temprana durante el curso de la enfermedad. La radiografía torácica puede revelar un típico patrón intersticial de neumonía viral.

En perros adultos plenamente vacunados sin historia indicativa de infección por moquillo canino sistémico, puede observarse una encefalitis crónica por moquillo (encefalitis del perro viejo), una afección a menudo caracterizada por ataxia, movimientos compulsivos como el head pressing (presión de la cabeza contra la pared) y marcha continua, e hipermetría descoordinada. Aunque se ha detectado antígeno de moquillo canino en los cerebros de algunos perros con encefalitis crónica mediante tinción de anticuerpos fluorescentes o métodos genéticos, estos animales no son infecciosos, y no se ha aislado un virus con capacidad de replicación. La enfermedad está causada por una reacción inflamatoria asociada con infección persistente del virus del moquillo canino en el SNC; sin embargo, el mecanismo que desencadena este síndrome aún se desconoce.

Lesiones

Un hallazgo constante en la necropsia de cachorros jóvenes infectados por el virus del moquillo canino es la atrofia del timo. La hiperqueratosis de la trufa y de las almohadillas plantares se detecta a menudo en perros con signos neurológicos. Según la extensión de la infección bacteriana secundaria, también puede desarrollarse una bronconeumonía, enteritis y pústulas cutáneas. En los casos de muerte aguda o hiperaguda, se pueden detectar exclusivamente anomalías respiratorias. Histológicamente, el virus del moquillo canino produce necrosis de los tejidos linfáticos, neumonía intersticial y cuerpos de inclusión intracitoplasmáticos e intranucleares en el epitelio respiratorio, urinario y GI.

Las lesiones detectadas en los cerebros de los perros con complicaciones neurológicas incluyen:

  • Degeneración neuronal.

  • Gliosis.

  • Desmielinización no inflamatoria

  • manguito perivascular

  • leptomeningitis no supurativa

  • Cuerpos de inclusión intranucleares predominantemente dentro de las células gliales.

Referencias

  1. Origgi FC, Plattet P, Sattler U, et al. Emergence of canine distemper virus strains with modified molecular signature and enhanced neuronal tropism leading to high mortality in wild carnivores. Vet Pathol. 2012;49(6):913–929.

Diagnóstico del moquillo canino

  • Diagnóstico preliminar: evaluación clínica.

  • Confirmación: PCR con transcriptasa inversa (RT-PCR) y pruebas de detección de anticuerpos.

El moquillo canino debe considerarse en el diagnóstico de cualquier afección febril en perros con signos clínicos multisistémicos que afecten a los sistemas respiratorio, GI o neurológico. Se debe sospechar especialmente de los perros no vacunados o los perros cuyo estado de vacunación se desconoce. Un índice apropiado de sospecha basado en los signos clínicos es un primer paso necesario. La RT-PCR y las pruebas de detección de anticuerpos ampliamente disponibles (ELISA, prueba de inmunofluorescencia [IFA]) se utilizan para confirmar la presencia del virus o una respuesta inmunitaria frente a este en casos clínicos seleccionados adecuadamente.

Los signos clínicos en los sistemas respiratorio y GI pueden modificarse o confundirse con la parasitosis concomitante y numerosas infecciones víricas o bacterianas. Los signos neurológicos característicos a veces no aparecen hasta el final de la enfermedad.

El moquillo en perros puede confundirse con otras infecciones sistémicas, como:

  • infección por parvovirus

  • traqueobronquitis infecciosa canina

  • Hepatitis infecciosa canina.

Los agentes tóxicos como los organofosforados pueden causar signos gastrointestinales o neurológicos simultáneos.

En los perros con signos clínicos multisistémicos, se puede utilizar IFA o RT-PCR para examinar:

  • Frotis de epitelio conjuntival, traqueal, nasal, vaginal u otros.

  • La capa leucocitaria de la sangre.

  • Líquido de lavado transtraqueal.

  • Orina.

  • Aspirados de médula ósea.

La RT-PCR disponible comercialmente puede no diferenciar la infección natural de la del virus derivado de la vacuna; sin embargo, la RT-PCR cuantitativa puede superar esta limitación. Los títulos de anticuerpos o el ELISA pueden realizarse en el LCR y compararse con sangre periférica; un número relativamente más alto de anticuerpos en el LCR es típico de la infección natural frente a la vacunación. El ensayo inmunofluorescente del antígeno viral (IFA) o la hibridación fluorescente in situ (FISH) para el ADN viral se pueden realizar a partir de biopsias de las almohadillas plantares o de la piel con pelo del cuello dorsal.

En la necropsia, el diagnóstico se suele confirmar mediante la evaluación histológica de las lesiones, IFA, FISH o una combinación de estas. La IFA tisular es a menudo negativa cuando el perro solo presenta manifestaciones neurológicas o cuando hay anticuerpos circulantes (o en ambos casos), lo que requiere que el diagnóstico se realice mediante evaluación del LCR o el análisis de la RT-PCR como se ha descrito anteriormente.

Tratamiento del moquillo canino

  • Cuidados de apoyo

Como ocurre con la mayoría de las enfermedades causadas por virus, el tratamiento de apoyo es la base del tratamiento del moquillo canino. Los pacientes necesitan apoyo nutricional e hidratación, defensa frente a infecciones bacterianas secundarias, protección contra las consecuencias de las convulsiones y excelentes cuidados de enfermería para optimizar las posibilidades de una respuesta inmunitaria exitosa al virus.

El tratamiento incluye:

  • Administración profiláctica de antimicrobianos de amplio espectro.

  • Suministro de soluciones electrolíticas equilibradas.

  • Provisión de nutrición parenteral.

  • Administración de antipiréticos, analgésicos y anticonvulsivos.

  • Excelentes cuidados de enfermería.

Ningún tratamiento de moquillo canino es específico ni eficaz en todos los casos. El trabajo experimental in vitro con agentes antivirales parece prometedor; sin embargo, estos agentes todavía no se han utilizado de forma generalizada. El uso de anticuerpos derivados del virus del moquillo canino ha demostrado ser prometedor: los cachorros infectados de forma natural a los que se administraron anticuerpos xenogénicos como complemento de la atención de apoyo estándar tuvieron una tasa de supervivencia mayor en comparación con los cachorros que recibieron solo cuidados de apoyo.1 Además, para una mayor atención de apoyo, el informe de un caso describió el uso de inyecciones intramusculares de toxina botulínica en un perro para aliviar la mioclonía grave y debilitante asociada con la infección.2

Lamentablemente, el tratamiento de las manifestaciones neurológicas agudas del moquillo es frecuentemente insatisfactorio. Si los signos neurológicos son progresivos o graves, se debe aconsejar adecuadamente al propietario. Con un cuidado rápido y agresivo, los perros pueden recuperarse completamente de las manifestaciones multisistémicas; sin embargo, en otros casos, los signos neurológicos pueden persistir después de que se hayan resuelto los signos gastrointestinales y respiratorios. Algunos perros con formas progresivas crónicas de enfermedad neurológica pueden responder al tratamiento con glucocorticoides.

Referencias

  1. Liu PC, Chen CA, Chen CM, et al. Application of xenogeneic anti-canine distemper virus antibodies in treatment of canine distemper puppies. J Small Anim Pract. 2016 Nov;57(11):626–630. doi: 10.1111/jsap.12557. Epub 2016 Oct 11. PMID: 27726133.

  2. Schubert T, Clemmons R, Miles S, Draper W. The use of botulinum toxin for the treatment of generalized myoclonus in a dog. J Am Anim Hosp Assoc. 2013 Mar-Apr;49(2):122–127. doi: 10.5326/JAAHA-MS-5786. Epub 2013 Jan 16. PMID: 23325599.

Prevención del moquillo canino

Con el potencial incremento de la virulencia de cepas emergentes y la amplia gama de hospedadores del virus del moquillo canino, la vacunación generalizada de los perros domésticos es esencial. El éxito de la inmunización de cachorros con vacunas de virus vivos modificados (VVM) del moquillo canino depende de la ausencia de interferencia por parte de los anticuerpos maternos. Para superar esta barrera, a los cachorros se les vacuna con la vacuna de virus vivos modificados a las 6 semanas de vida y a intervalos de 3-4 semanas hasta las 16 semanas de vida. Como alternativa, la vacuna del virus del sarampión induce inmunidad frente al virus del moquillo canino en presencia de niveles relativamente elevados de anticuerpos maternales frente al moquillo. La vacuna de virus vivos modificados del sarampión se administra a cachorros de 6-7 semanas de vida y se continúa con al menos dos dosis más de vacuna de virus vivos modificados del moquillo canino a las 12-16 semanas de vida.

Existen muchas variedades de vacunas atenuadas frente al moquillo, así como vacunas recombinantes, que deben administrarse siguiendo las instrucciones del fabricante. Las vacunas de virus vivos modificados no se deben usar en perras con gestación tardía o lactación temprana. Las vacunas de virus vivos modificados pueden producir enfermedad posvacunal en algunos perros inmunodeprimidos. Una vacuna recombinante vectorizada frente al virus de la viruela del canario que expresa proteínas del virus del moquillo está autorizada para su uso en hurones; la American Association of Zoo Veterinarians recomienda su uso adicional en muchas especies de riesgo mantenidas en zoológicos y parques.

Históricamente, la revacunación anual ha sido el modelo debido a los fallos en la protección que pueden producirse en perros estresados, enfermos o inmunodeprimidos, y debido a que las vacunas se han diseñado para un uso anual. Bastantes evidencias apoyan que la inmunidad inducida por las vacunas de virus vivos modificados frente al moquillo dura ≥3 años. En muchos casos, sin embargo, una frecuencia de vacunación inferior a la anual sigue siendo una administración de la vacuna fuera de registro; por tanto, las decisiones para revacunar con menos frecuencia que la anual deben considerarse a la luz de la prevalencia local de la enfermedad y otros factores de riesgo potenciales, así como por las recomendaciones de la industria y de las organizaciones profesionales.

El virus del moquillo canino es sensible a los solventes lipídicos como el éter, así como a la mayoría de desinfectantes, incluyendo los fenoles y los compuestos de amonio cuaternario; estas sustancias deben formar parte de los protocolos de limpieza y desinfección en las perreras y las instalaciones veterinarias.

Puntos clave

  • El moquillo canino es una infección vírica multisistémica altamente infecciosa de los perros, con resultados neurológicos variables.

  • El diagnóstico depende del reconocimiento de los signos clínicos característicos en un perro en riesgo, seguido de la detección específica del virus en sí o de una respuesta inmunitaria frente a él.

  • El tratamiento es principalmente de soporte. Es necesaria la propia respuesta inmunitaria del paciente para resolver la infección. Entre los supervivientes, se espera una recuperación completa de los signos respiratorios y GI; sin embargo, el pronóstico neurológico es impredecible.

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