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Radioterapia en animales

(Oncología radioterápica)

PorNicholas Rancilio, DVM, MS, Iowa State University College of Veterinary Medicine
Revisado/Modificado Modificado jun 2024
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La oncología radioterápica es el estudio y tratamiento del cáncer mediante radioterapia. El Colegio Americano de Radiología Veterinaria (ACVR) otorga la especialidad reconocida en oncología radioterápica veterinaria por la Asociación Americana de Medicina Veterinaria (AVMA) después de completar un programa de residencia de 3 años. Los oncólogos radioterápicos veterinarios asumen la responsabilidad primaria de los casos de pacientes con cáncer a su cuidado y están capacitados tanto en la evaluación diagnóstica como en el manejo clínico y la administración de radiación terapéutica.

En general, se prefiere la resección quirúrgica del tumor siempre que sea posible, ya que suele ofrecer la mayor probabilidad de control local duradero. Sin embargo, en muchos casos, la radioterapia puede ser eficaz para tratar el cáncer:

  • Los tumores grandes o aquellos ubicados en áreas críticas como el cerebro pueden no ser susceptibles de resección completa o incluso parcial.

  • Algunos pacientes pueden no ser buenos candidatos para una intervención quirúrgica debido a otras enfermedades concomitantes.

  • Incluso cuando se extirpa el tumor visiblemente, a menudo existen focos microscópicos de células neoplásicas que se extienden más allá de los límites del campo quirúrgico. Esto es más común en ciertos tipos de tumores que en otros. 

También pueden estar indicadas combinaciones de cirugía, radioterapia, quimioterapia e inmunoterapia, según la biología y el comportamiento clínico del tipo de cáncer que se esté tratando.

La radioterapia es el tratamiento de elección para la mayoría de los tumores cerebrales, tumores nasales y otras neoplasias de cabeza y cuello, donde incluso una resección parcial puede ser extremadamente desfigurante o conllevar un alto riesgo de muerte y escasa o nula posibilidad de control. Puede ser la única opción de tratamiento para el cáncer de columna vertebral y canal pélvico.

Los tratamientos de radiación terapéutica pueden clasificarse según la forma en que se administra la radiación:

  • La radioterapia externa (teleterapia) es la forma más común de radioterapia e implica el uso de una fuente externa grande de radiación para dirigir un haz de radiación de alta energía, de forma selectiva, hacia un tumor o tumores que han sido delineados mediante algún tipo de imagen (usualmente TC).

  • La braquiterapia utiliza fuentes de radiación mucho más pequeñas que se aplican directamente sobre el tumor o se implantan dentro de él. La implantación o aplicación de estas fuentes puede ser permanente o temporal.

  • La radioterapia biológicamente dirigida, u oncología nuclear, implica la administración de un agente terapéutico radiactivo al paciente y que el radioisótopo se localice dentro del tumor mediante uno de varios procesos fisiológicos.

Objetivos del tratamiento oncológico y de la radioterapia en animales

Los objetivos del tratamiento oncológico a menudo se especifican como con intención "definitiva" o "paliativa". Normalmente, los oncólogos no utilizan la palabra "cura", que implica que el cáncer puede ser erradicado por completo sin posibilidad de que el tumor original regrese o haga metástasis. La "cura" verdadera es poco común.

Comprender la biología subyacente y el proceso clínico de la enfermedad, según la literatura disponible, proporciona a los oncólogos veterinarios un nivel de pronóstico al decidir qué procedimiento de tratamiento elegir y con qué agresividad abordarlo. Los factores del paciente, como la presencia de enfermedades concomitantes (diabetes, degeneración mixomatosa de la válvula mitral, diversos estadios de enfermedad renal crónica, etc.), así como los objetivos de los dueños, influyen en la decisión de optar por un tratamiento con intención definitiva o paliativa, así como en la modalidad de tratamiento final.

Según la evaluación del paciente y el diagnóstico específico del cáncer (informe de biopsia), se espera que los tratamientos administrados con intención definitiva proporcionen a la mascota la mejor posibilidad de supervivencia prolongada, sin recurrencia ni metástasis del cáncer, durante un período determinado.

Un ejemplo típico sería un perro con un sarcoma de tejidos blandos de grado I en el antebrazo, que fue extirpado con márgenes contaminados y ha recurrido varias veces. A este paciente se le podría prescribir radioterapia con intención definitiva, fraccionada convencionalmente (dosis total de radiación administrada en 18 a 19 fracciones, durante días hábiles consecutivos) en la cicatriz tras la cirugía, con el objetivo de evitar que el tumor vuelva a crecer, idealmente durante toda la vida del paciente. Según la literatura disponible sobre este tipo de tumor y su comportamiento biológico esperado, el pronóstico para dicho paciente sería excelente, y los riesgos asociados a múltiples episodios anestésicos, así como los efectos adversos previstos de la radioterapia, se ven compensados por este pronóstico favorable.

Los tratamientos administrados con intención paliativa tienen como objetivo ayudar a aliviar el dolor y el malestar. Los tratamientos paliativos no implican "rendirse", ni significan tratamientos de calidad inferior. En el contexto de la radioterapia, los tratamientos con intención paliativa son herramientas poderosas para aliviar el dolor, el malestar y los signos clínicos asociados al tumor.

Una vez que un tipo de tumor determinado está muy avanzado o el paciente ha sido tratado previamente con diversas modalidades antes de recibir radioterapia paliativa, puede resultar difícil pronosticar el tiempo de supervivencia. El objetivo de la radioterapia paliativa es aliviar el dolor y el malestar al evitar los efectos adversos de la radiación. La dosis total es más baja, mientras que la dosis por fracción suele ser más alta.

Los tratamientos estereotácticos, aunque más intensivos y administrados en dosis más altas, no se prevé que causen efectos adversos inmediatos. Por esta razón, los tratamientos estereotácticos pueden administrarse con intención paliativa según el estado del paciente y el pronóstico previsto. Un perro con un carcinoma nasal pequeño y confinado a la cavidad nasal rostral puede recibir radioterapia estereotáctica con intención definitiva (3 tratamientos de 10 Gy/fracción en días hábiles consecutivos; Gy denota una unidad de dosis de radiación absorbida equivalente a 100 rads). Un perro con un carcinoma nasal, insuficiencia renal crónica y un tumor que invade el cerebro, causando convulsiones, puede recibir el mismo protocolo estereotáctico, previa conversación con los dueños. Sin embargo, debido al estadio de la enfermedad, a los signos clínicos y a las enfermedades concomitantes, el objetivo del tratamiento es más paliativo, aunque el protocolo sea el mismo.

Los tratamientos con intención paliativa y, en algunos casos, los tratamientos con intención definitiva suelen centrarse en optimizar la capacidad del paciente para vivir con el cáncer en lugar de morir a causa de él. En muchos casos, el cáncer puede manejarse como cualquier otra enfermedad crónica, manteniendo una buena calidad de vida con tratamientos optimizados para evitar efectos adversos.

Radioterapia de haz externo (teleterapia) en animales

En la mayoría de las clínicas veterinarias que ofrecen radioterapia, los aceleradores lineales son la fuente de radiación ionizante utilizada para tratar neoplasias y, en ocasiones, enfermedades benignas específicas. Los aceleradores lineales son equipos complejos que requieren el apoyo de un médico físico para mantener un uso seguro y eficaz.

Estos dispositivos producen rayos X de alta energía y haces de electrones con energías de entre 4 y 20 MeV. Los rayos X se utilizan para tratar tumores profundos, mientras que los haces de electrones se emplean generalmente para tratar tumores de la piel y del tejido subcutáneo.

Las técnicas contemporáneas de teleterapia incorporan guía por imagen mediante TC con haz cónico (CBCT), que está integrada en el sistema de administración del tratamiento (ver imagen del sistema de TC con haz cónico). La radioterapia guiada por imagen (IGRT) permite administrar radiación a tumores ubicados en cualquier parte del cuerpo.

Los oncólogos radioterapeutas veterinarios utilizan sistemas computarizados de planificación del tratamiento que modelan con precisión la deposición de la energía de la radiación dentro del cuerpo. Esto mejora la localización y distribución del haz terapéutico en el paciente. Esto permite reducir la dosis recibida por los tejidos sanos en comparación con la dosis administrada al tejido neoplásico, lo que mejora las tasas de control del tumor y disminuye la gravedad de las complicaciones en los tejidos normales.

Estos programas se utilizan en conjunto con imágenes de TC para calcular la dosis y determinar la posición y extensión del tumor dentro del cuerpo, así como su ubicación en relación con las estructuras normales. La resonancia magnética (RM), especialmente en el caso de tumores del sistema nervioso central (CNS), se usa frecuentemente junto con la TC para localizar el tumor. Sin embargo, las imágenes obtenidas por RM no suelen utilizarse para el cálculo de dosis, por lo que se requiere una TC adicional para la planificación de la radioterapia.

El radiólogo oncólogo o el dosimetrista pueden necesitar varias horas de trabajo con la computadora para delinear cuidadosamente el tumor y cada una de las estructuras normales en peligro, con el fin de generar un plan de tratamiento para un tumor grande y complejo. El sistema informático es capaz de generar rápidamente perfiles de dosis para las formas de tratamiento propuestas y determinar si el plan cumple con ciertas restricciones de tratamiento establecidas por el radiooncólogo.

Una vez establecido el plan de tratamiento, el paciente debe ser tratado en exactamente la misma posición en la que se encontraba durante la TC y la RM. La repetibilidad de la posición es de suma importancia y, para lograrla, se utilizan dispositivos especiales de posicionamiento junto con una marcación cuidadosa de referencias anatómicas. Esto requiere escanear al paciente en la misma posición exacta en la que se tratará, lo cual demanda una comunicación estrecha entre el radiólogo diagnóstico y el radiólogo oncólogo.

La integración de la guía por imagen en el sistema de administración del tratamiento (acelerador lineal / teleterapia) mediante CBCT permite el control robótico de la camilla de posicionamiento durante el tratamiento, al comparar la TC de planificación original con la posición para el tratamiento. El haz de tratamiento puede alinearse para coincidir con las características anatómicas con precisión submilimétrica y así evitar, en lo posible, los tejidos normales, mediante ajustes en la posición de la camilla robótica.

Para lograr esto, se realiza una TC con el paciente ubicado en la posición exacta en la que se le tratará. El posicionamiento adecuado del paciente se confirma luego al utilizar el sistema de imágenes integrado al acelerador lineal, antes de administrar el tratamiento. Es fundamental prestar mucha atención a los detalles en esta parte del proceso, ya que incluso pequeños cambios en la posición pueden tener efectos importantes en la distribución de la dosis de radiación administrada. Esto es especialmente cierto en la radioterapia estereotáctica o radioterapia corporal estereotáctica, donde la localización del objetivo debe determinarse con precisión submilimétrica.

Salvo en casos excepcionales, todos los tratamientos de radioterapia que utilizan fuentes externas de radiación deben administrarse con el paciente inmovilizado con anestesia general. Dado que el plano de anestesia requerido es superficial y los procedimientos son normalmente de corta duración, esta anestesia repetida suele ser bien tolerada y las complicaciones son mínimas, con la observación y monitoreo adecuados por parte de técnicos capacitados y con experiencia. Esta necesidad de anestesia rara vez, o nunca, es una contraindicación para aplicar un programa de radioterapia.

Un tratamiento típico de radioterapia consiste en varias dosis de radiación administradas en distintos días; esta técnica terapéutica se denomina radioterapia con intención definitiva fraccionada convencionalmente. Este esquema permite que los tejidos sanos se reparen, en cierta medida, entre dosis. Los tejidos sanos tienen una mayor capacidad para reparar el daño por radiación que los tejidos neoplásicos; por lo tanto, el uso de múltiples dosis pequeñas de radiación, que tienen un efecto acumulativo, favorece la supervivencia de los tejidos sanos en detrimento de los neoplásicos.

Los regímenes de radioterapia fraccionada convencionalmente con intención definitiva utilizan entre 10 y 20 dosis individuales (fracciones) de radiación. Cada dosis de radiación puede administrarse mediante el uso de varios haces de radiación de distinto tamaño, forma e intensidad.

La radioterapia de intensidad modulada (IMRT) es una adaptación más reciente de la radioterapia, en la que cada uno de los haces primarios de tratamiento se divide en varios haces más pequeños para controlar con precisión la deposición del daño por radiación en los tejidos, lo que mejora no solo el control tumoral, sino también la tasa de complicaciones en tejidos normales.

Las dosis de radioterapia administradas mediante teleterapia se miden en unidades llamadas gray (Gy) y se administran en fracciones (sesiones individuales de tratamiento). Un ejemplo de esquema de dosis y fraccionamiento sería 3 Gy por fracción, administrado en 19 días hábiles consecutivos, para una dosis total de 57 Gy, lo cual puede expresarse de distintas maneras (p. ej., 3 Gy × 19 fx o 57 Gy/19 fx).

La radioterapia estereotáctica (SRT) y la radioterapia corporal estereotáctica (SBRT) son técnicas que incorporan la IGRT, la inmovilización rígida y reproducible del paciente, y la planificación del tratamiento con una caída abrupta de la dosis, para administrar una dosis ablativa de radiación únicamente al tumor. Estas técnicas también pueden denominarse cirugía radiológica estereotáctica (SRS) o radioterapia ablativa estereotáctica (SABR)

En este tipo de radioterapia, se administra al tumor una dosis intensa de radiación con intención definitiva en 1-5 fracciones, en días consecutivos o alternos, durante una sola semana. Esto reduce considerablemente la estancia hospitalaria del paciente y las molestias para el propietario, aunque no suele disminuir los costos. El uso de estas técnicas debe reservarse para tumores visibles macroscópicamente.

Administrar dosis ablativas de radiación a tejidos normales, como una cicatriz donde solo hay enfermedad microscópica, puede resultar en fracaso del tratamiento, ya que pueden pasarse por alto focos microscópicos de células cancerosas y provocar daño a los tejidos normales. Actualmente, no existe un sistema de guía por imagen capaz de detectar focos microscópicos de células cancerosas que permita a esta modalidad tratar la enfermedad microscópica sin dañar los tejidos normales (ver imágenes de radioterapia estereotáctica).

La radioterapia estereotáctica requiere una precisión extrema, en la administración del haz de radiación, para evitar los tejidos normales e irradiar únicamente el tejido neoplásico. El equipo necesario para lograr esto es delicado y costoso.

Aunque la SRT tiene varias ventajas, también puede provocar efectos adversos graves en los tejidos normales si se administra incorrectamente o si grandes cantidades de tumor sufren necrosis aguda. Por estos y otros motivos relacionados con la física de la radiación, la SRT puede no ser adecuada para tumores muy grandes.

En casos donde el tumor está muy avanzado o no se espera una supervivencia prolongada, puede utilizarse un tratamiento paliativo con dosis totales más bajas de radiación para ralentizar el crecimiento tumoral o reducir el dolor asociado. Esto se realiza para mejorar la calidad de vida del paciente o para darle al dueño más tiempo con su animal. Los protocolos paliativos tienen una intención terapéutica, no curativa. Aunque se administran pocas fracciones, como en la SRT, la intensidad de la dosis es mucho más suave. Por esta razón, es aceptable la inclusión de tejidos normales (como piel o mucosa oral), mientras que en la SRT se debe evitar irradiar estos tejidos.

Los tratamientos paliativos, con la mayoría de los aceleradores lineales, no siempre requieren una TC y pueden administrarse mediante cálculo manual, lo que ayuda a reducir costos en pacientes con peor pronóstico. Los protocolos paliativos suelen completarse en un período corto (p. ej., una vez al día, durante una semana; o una vez por semana, durante 4 a 6 semanas). Este tipo de tratamientos tiene una baja probabilidad de controlar el cáncer a largo plazo y conlleva un mayor riesgo de efectos tardíos por radiación, los cuales pueden manifestarse si se logra un control duradero, lo que ocurre en algunos casos.

Los posibles efectos tardíos de los protocolos con intención paliativa pueden moderarse mediante el uso de una dosis total y un tamaño de fracción menores (4 Gy por fracción, durante 5 días hábiles consecutivos), ya que existe incertidumbre al predecir el tiempo de supervivencia en pacientes con cáncer avanzado aunque potencialmente sensible a la radiación (ver imagen de TC, teleterapia). Al igual que en la radioterapia estereotáctica, los protocolos con intención paliativa no suelen administrarse para tratar focos microscópicos de tumor, ya que no hay una masa tumoral visible que justifique el alivio de síntomas, o bien los focos microscópicos de células neoplásicas pueden pasar desapercibidos.

La radioterapia es capaz de controlar tumores durante períodos prolongados, según el tipo de cáncer tratado y el protocolo administrado.

En pacientes con tumores nasales y cerebrales tratados con radioterapia, los tiempos de supervivencia pueden extenderse de 8 meses a un año o más. La mayor parte de los datos sobre tumores cerebrales y nasales se centra en los protocolos fraccionados convencionales con intención definitiva. Los tiempos de supervivencia alcanzados con radioterapia estereotáctica se aproximan a los previstos con técnicas más convencionales en perros y gatos con tumores nasales o cerebrales.

En algunos casos, los pacientes pueden recibir un segundo ciclo de radioterapia, si la duración de la respuesta inicial es lo suficientemente larga (generalmente, superior a 6 meses).

Ver la tabla con los tipos de tumor y los tiempos de supervivencia previstos tras distintos tipos de radioterapia.

Tabla
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Debido al riesgo de complicaciones graves y potencialmente mortales asociadas con la radioterapia, la complejidad del equipamiento y la sofisticación de los procedimientos, la radioterapia debe ser indicada y administrada únicamente bajo la supervisión de un veterinario con formación, experiencia y certificación especializada en oncología radioterápica veterinaria. También se recomienda consultar a un radiólogo oncólogo veterinario cuando se contemple un tratamiento adicional en casos de neoplasias previamente tratadas con radioterapia. Esto es especialmente importante si se considera la posibilidad de operar dentro del campo de radiación.

Braquiterapia en animales

La braquiterapia consiste en la implantación de fuentes radiactivas directamente en el tumor o en el lecho cicatricial para administrar radiación. Se utiliza ampliamente en la medicina humana, pero su uso en el tratamiento de cánceres en animales es limitado debido a las dificultades asociadas con el cuidado de las fuentes y su mantenimiento en el lugar dentro del tumor.

La seguridad radiológica es también una preocupación importante, ya que los pacientes deben ser monitoreados y confinados hasta que las fuentes se retiren o decaigan hasta alcanzar un estado no radiactivo. Sin embargo, la implantación directa de la fuente de radiación en el tumor permite administrar dosis muy altas al tejido tumoral, con una dosis mínima a los tejidos circundantes. Esto puede mejorar la tasa de control en muchos casos y reducir las complicaciones en los tejidos normales, en comparación con la radioterapia de haz externo.

Los tiempos de tratamiento con braquiterapia son equiparables a los observados con la SRT, y los resultados pueden ser similares. No obstante, la implantación de las fuentes es un procedimiento quirúrgico y conlleva ciertos riesgos. Una de las principales barreras para este tipo de tratamiento es el costo, ya que las fuentes radiactivas son costosas de adquirir y mantener, y pueden requerir reemplazos frecuentes o incluso ser de un solo uso si se trata de un implante permanente.

El uso de la braquiterapia en medicina veterinaria ha sido limitado debido al elevado costo tanto de las fuentes radiactivas como del equipamiento necesario para su implantación. Debido al riesgo de exposición excesiva a la radiación y de contaminación del paciente o del hospital, estos procedimientos los deben realizar únicamente veterinarios con formación, experiencia y apoyo adecuados, y en una instalación debidamente autorizada. Muy pocos radiólogos oncólogos veterinarios se especializan en esta modalidad de tratamiento y solo unas pocas instalaciones cuentan con la capacidad para administrar braquiterapia en pacientes veterinarios.

Radioterapia dirigida biológicamente en animales

La radioterapia biológicamente dirigida, u oncología nuclear, implica la administración de un agente terapéutico radiactivo al paciente y que el radioisótopo se localice dentro del tumor mediante uno de varios procesos fisiológicos. Cuando las pruebas previas al tratamiento lo consideran apropiado, esta puede ser una forma muy eficaz y eficiente de tratar ciertas afecciones en animales.

Un ejemplo es el uso de yodo radioactivo para tratar el cáncer de tiroides. En medicina veterinaria, esto se ha convertido en un pilar del tratamiento de los adenomas tiroideos en gatos (es decir, el tratamiento del hipertiroidismo felino con yodo-131), y, ocasionalmente, se utiliza también para tratar adenocarcinomas tiroideos en perros. 

Los radioisótopos con afinidad por tejido óseo, desarrollados para el tratamiento de neoplasias óseas metastásicas en humanos, también han demostrado ser útiles en el tratamiento de cánceres óseos primarios y metastásicos en perros y gatos. Actualmente, están disponibles los anticuerpos monoclonales dirigidos a las células cancerosas y los portadores de isótopos de moléculas pequeñas para el tratamiento de diversas neoplasias en humanos, como los carcinomas neuroendocrinos y mamarios.

La radioterapia dirigida biológicamente también puede ser eficaz en el tratamiento de metástasis alejadas del tumor primario, lo cual representa una ventaja frente a la radioterapia convencional que suele limitarse al tratamiento de ganglios linfáticos regionales o, en raras ocasiones, hasta tres metástasis a distancia. A medida que aumenta el número de agentes, potencialmente, se pueden tratar más tipos de tumores de esta manera.

En EE. UU., existen muchas instalaciones especializadas en el tratamiento de gatos con hipertiroidismo mediante yodo-131, ya que la dosis de radiación administrada es baja y el tiempo durante el cual el paciente permanece radiactivo es corto. El uso de tratamientos biológicamente dirigidos para el cáncer (p. ej., de tiroides o hueso) está limitado a unos pocos centros que cuentan con la capacidad de aislar, de manera segura, a los pacientes altamente radiactivos durante un tiempo después del tratamiento. Las dosis de radiación de los agentes dirigidos biológicamente para tratar carcinomas tiroideos malignos suelen ser varios órdenes de magnitud más altas que las necesarias para tratar adenomas tiroideos benignos en gatos.

Resultados de la radioterapia y efectos adversos en animales

Independientemente de la forma en que se administre la radiación, el objetivo de la radioterapia es erradicar o dañar de forma grave las células tumorales para evitar su crecimiento o recurrencia. Es inevitable que algunas células y tejidos normales se irradien al mismo tiempo, y es el daño a estas estructuras normales lo que limita la dosis de radiación que se puede administrar.

A menudo, existe un índice terapéutico estrecho entre la dosis necesaria para controlar el tumor y aquella que los tejidos normales no pueden tolerar o de la que no pueden recuperarse. En la forma en que se practica actualmente la radioterapia, casi siempre existe un efecto terapéutico sobre el tumor. El resultado es la regresión del tumor o el cese de su crecimiento, que perdura durante un periodo de tiempo variable. Los efectos adversos en los tejidos normales pueden manifestarse inmediatamente después de la radioterapia o de forma tardía.

Los efectos adversos a corto plazo se manejan médicamente y, salvo que sean muy graves, suelen resolverse en un plazo de 4 a 6 semanas tras finalizar el tratamiento. Estos efectos se presentan típicamente en tejidos normales de rápida proliferación, como la piel, la mucosa oral y el epitelio gastrointestinal. Se trata de tejidos de autorrenovación y suelen ser las zonas donde comúnmente se observa una "quemadura" por radiación, como la piel o la boca. Estos efectos adversos, denominados descamación o mucositis según su localización, suelen ser reversibles con el tiempo y un manejo adecuado, que incluya tratamiento del dolor, así como medidas de soporte como el uso de collares isabelinos, fluidoterapia y asistencia en la alimentación (ver imagen de sarcoma de tejidos blandos).

En muchos casos, debido a la radioterapia guiada por imagen y a la radioterapia de intensidad modulada, este tipo de efectos adversos agudos pueden evitarse por completo. Los efectos tardíos pueden provocar pérdida de función, fibrosis o incluso necrosis de tejidos normales, y son justamente estos efectos los que determinan el diseño de los planes de radioterapia. Los efectos tardíos son irreversibles y suelen presentarse en tejidos normales de proliferación lenta, como el hueso, el músculo liso y el SNC. La probabilidad de que ocurran está influida por el tamaño de fracción y la dosis total de radiación administrada.

Con una planificación cuidadosa y una adecuada gestión de los efectos adversos sobre los tejidos normales, la mayoría de los pacientes sometidos a radioterapia experimentan beneficios clínicos de duración variable.

La radiosensibilidad de prácticamente cualquier neoplasia es mayor cuando es mínima o microscópica. Algunas neoplasias responden bien inicialmente, pero tienden a recidivar en algún momento, después de la radioterapia. El tiempo de agravamiento es muy variable entre y dentro de los tipos de tumores.

En el American College of Veterinary Radiology puede consultarse una lista completa de veterinarios formados y acreditados en radioterapia, así como de centros especializados. Para obtener más información sobre el manejo del cáncer en general, se puede acceder a los recursos de la Veterinary Cancer Society.

Para más información

Referencias

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