La poliartritis inflamatoria, secundaria a la deposición de inmunocomplejos, puede producir enfermedad articular erosiva (destrucción del cartílago articular y hueso subcondral) o no erosiva (inflamación periarticular). La artritis reumatoide, la poliartritis del Galgo y la poliartritis felina progresiva son ejemplos de artritis erosiva. El lupus eritematoso sistémico es la causa más frecuente de artritis no erosiva.
Los signos clínicos son cojera, dolor articular múltiple, hinchazón articular, fiebre, malestar y anorexia. Es habitual que los signos clínicos aumenten y disminuyan.
El diagnóstico puede apoyarse en la radiología, biopsia, artrocentesis y pruebas serológicas. La radiología revela hinchazón periarticular, derrame y colapso articular, junto con destrucción del hueso subcondral en enfermedades erosivas. El análisis del líquido articular revelará un recuento celular elevado, superior a 3000/mcL, compuesto principalmente por células polimorfonucleares normales. La biopsia del tejido sinovial revela inflamación e infiltrados celulares de leves a graves. Se realizan pruebas serológicas para el factor reumatoide y los anticuerpos antinucleares.
El tratamiento consiste en fármacos antiinflamatorios (p. ej., corticoesteroides) y quimioterápicos (p. ej., ciclofosfamida, azatioprina o metotrexato). El pronóstico es reservado, debido a las recidivas y a la incapacidad para determinar la causa incitante de las reacciones autoinmunes.