La infección por Brucella melitensis causa, en algunas razas de ovejas, signos clínicos similares a los de las cabras. Sin embargo, la infección por B. ovis causa una enfermedad específica de las ovejas, que se caracteriza por epididimitis y orquitis, condiciones que reducen la fertilidad, siendo este su principal impacto económico. A veces se observa placentitis y abortos en hembras y puede haber mortalidad perinatal. La enfermedad, descrita por primera vez en Nueva Zelanda y Australia, se ha observado posteriormente en muchas áreas de cría de ovejas del mundo. En los EE. UU., la infección de ovejas por B. ovis es rara.
No hay evidencia de que la enfermedad esté presente en ninguna otra especie animal. En Nueva Zelanda, se han descrito infecciones naturales y experimentales en ciervos de granja, aunque son infrecuentes.
Se ha conseguido infectar experimentalmente a carneros de tan solo 8 semanas de vida, por diversas vías no venéreas. La enfermedad puede transmitirse entre carneros por contacto directo (comportamiento de monta). La infección activa en ovejas es rara, pero se ha desarrollado después de la monta natural con carneros infectados naturalmente. La transmisión de las ovejas a los carneros no infectados es posible, aunque menos frecuente que la que ocurre por contacto directo entre carneros jóvenes que se montan entre sí. Los pastos contaminados no parecen ser fuentes importantes en la difusión de la enfermedad. En carneros, es frecuente que la infección persista, y muchos de ellos desprenden B. ovis de forma intermitente durante años.
Las manifestaciones clínicas principales de la brucelosis en ovejas incluyen lesiones en epidídimo, túnica y testículos del carnero; en cabras, placentitis y aborto; y, en ocasiones, mortalidad perinatal en cabritos. Las lesiones pueden desarrollarse rápidamente. En carneros, el primer hallazgo detectable es un deterioro notable en la calidad del semen, asociado a la presencia de células inflamatorias y microorganismos en el semen. Rara vez se observa una reacción sistémica aguda en las infecciones que se producen naturalmente.
Después de la regresión de la fase aguda, que puede ser tan débil que pase desapercibida, las lesiones pueden palparse en el epidídimo y las túnicas escrotales. El agrandamiento del epidídimo puede ser unilateral o bilateral (ver foto). La cola del epidídimo se ve afectada con más frecuencia que la cabeza o el cuerpo, y la lesión más prominente es el desarrollo de espermatoceles de tamaño variable, que contienen líquido espermático parcialmente espesado. Las túnicas a menudo se engrosan y presentan aspecto fibroso, y se desarrollan adhesiones extensas entre ellas. Los testículos pueden mostrar atrofia fibrosa; estas lesiones a menudo son permanentes. En unos pocos casos, las lesiones palpables son transitorias; mientras que en otros, pueden aislarse microorganismos en el semen durante periodos prolongados, sin que se detecten lesiones clínicamente evidentes.
Cortesía del Dr. John Larsen.
No todos los carneros infectados desarrollan anomalías palpables de los tejidos escrotales y no todos los casos de epididimitis se deben a la brucelosis. Por tanto, los carneros de un lote infectado deben examinarse repetidamente mediante palpación escrotal y pruebas serológicas.
Las opciones para la erradicación de la brucelosis ovina en explotaciones muy infectadas incluyen lo siguiente:
Eliminación de todos los carneros y compra de carneros nuevos de un rebaño que se sepa que está libre de infección. Esto es caro a corto plazo, pero puede ser mucho menos costoso a largo plazo, especialmente con lotes muy infectados.
Programa de erradicación que consista en palpaciones escrotales regulares y pruebas serológicas.
En los programas de erradicación, el intervalo de prueba inicial debe ser de 2-4 semanas, según el número de carneros en la granja y la proporción infectada. El aislamiento de carneros en grupos separados, como por edad o grupos reproductivos, puede retardar la propagación de la infección entre pruebas. La confianza en la erradicación exige dos pruebas negativas consecutivas al menos 30-90 días después de la retirada del último carnero infectado. Los carneros de reposición deben obtenerse de una explotación conocida, acreditada como libre, o bien palparse, analizarse y mantenerse en aislamiento, antes de mezclarse con el grupo de carneros principal, hasta que se confirme que son negativos a la infección.
Los carneros que excretan microorganismos, pero que no presentan lesiones, pueden identificarse por medio de un cultivo microbiano de muestras de semen, aunque pueden ser necesarios exámenes repetidos para identificar los excretores intermitentes. La evaluación mediante microscopio de extensiones de semen teñidas puede ser de ayuda, al igual que la exploración con anticuerpos fluorescentes, que es una herramienta diagnóstica muy específica. Las pruebas serológicas utilizadas para la erradicación de la enfermedad y la certificación de los animales incluyen el método ELISA indirecto, la fijación del complemento, la inhibición de la hemaglutinación, la aglutinación indirecta y la difusión en gel.
La incidencia y la difusión de la enfermedad pueden reducirse mediante el examen regular de los carneros antes de la estación reproductiva, separando a aquellos que presenten anomalías genitales evidentes. Dado que la propensión entre los carneros aumenta notablemente en los animales de acuerdo con la edad, resulta ventajoso mantener un rebaño de carneros jóvenes y aislar a los carneros no infectados de los animales mayores y posiblemente infectados.
En algunos países, se ha recomendado la inmunización de carneros destetados con B. melitensis atenuada (Rev. 1). Dado que la infección en ovejas aparentemente se origina casi exclusivamente por la monta de carneros infectados, los efectos económicos de las pérdidas de corderos, debido a la infección de las ovejas, pueden controlarse restringiendo la vacunación a los carneros. No existe pauta de vacunación recomendada en EE. UU.
La clortetraciclina y la estreptomicina, empleadas de forma simultánea, han logrado curaciones bacteriológicas. Sin embargo, el tratamiento no es rentable, excepto en carneros especialmente valiosos, y la fertilidad puede quedar afectada incluso si la infección se elimina.