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Anemia infecciosa equina

PorPeter J. Timoney, MVB, PhD, FRCVS
Revisado/Modificado jul 2020

La anemia infecciosa equina (AIE) es una enfermedad infecciosa no contagiosa de los équidos causada por el virus del mismo nombre. Los resultados clínicos varían de subclínicos a una serie de signos de gravedad variable, que incluyen fiebre, depresión, debilidad muscular, trombocitopenia, anemia, ictericia, aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria, hemorragias en las membranas mucosas, epistaxis, colapso y muerte en un pequeño porcentaje de los casos. El diagnóstico de la AIE se basa en pruebas serológicas y la demostración de anticuerpos frente al virus en sangre. No existen tratamientos ni vacunas.

La AIE está geográficamente extendida en todo el mundo. Pocos países pueden afirmar que están libres de la enfermedad, a excepción de Japón e Islandia. La AIE continúa representando una amenaza para las industrias equinas a nivel mundial debido al riesgo potencial de propagación del virus a través del movimiento internacional de caballos. De las especies de équidos que se sabe que son sensibles al virus, los caballos y los ponis son más propensos a desarrollar manifestaciones clínicas graves de la enfermedad que los asnos o las mulas, en los que la infección es más frecuentemente subclínica. Sin embargo, muchos caballos también experimentan una infección asintomática después de la exposición inicial al virus.

Etiología y patogenia de la anemia infecciosa equina

El agente causal de la AIE es un virus de ARN, clasificado en el género Lentivirus, de la familia Retroviridae. El virus se inactiva fácilmente con la mayoría de los desinfectantes comunes, como la lejía, el etanol, los desinfectantes yodóforos, los compuestos fenólicos, el glutaraldehído y el formol. Debido a que los desinfectantes a base de lejía y etanol se inactivan fácilmente en presencia de material orgánico (p. ej., estiércol o tierra), las superficies contaminadas deben limpiarse a fondo con agua y jabón antes de tratarlas con un desinfectante. El lavado a presión de una superficie sucia está contraindicado debido al riesgo de dispersión por aerosoles de sangre u otros líquidos corporales potencialmente infecciosos en las superficies de las paredes o el suelo.

En los équidos infectados con el virus de la AIE existe una relación muy estrecha entre el desarrollo de signos evidentes de la enfermedad y la cantidad de virus presente. El virus se encuentra libre en el plasma o asociado con monocitos y macrófagos en los animales infectados. Las cargas virales alcanzan sus niveles más altos durante los episodios febriles, después de los cuales disminuyen. Se ha demostrado que la concentración del virus de la AIE en los tejidos debe alcanzar un nivel umbral para desencadenar una respuesta clínica. El potencial de una cepa viral para inducir la enfermedad se debe principalmente a su capacidad de replicación o patogenicidad en el hospedador infectado.

La patología de la enfermedad mediada por AIE es una consecuencia de la infección de macrófagos que a su vez interfiere con la expresión génica de la célula hospedadora; esto conduce a una mayor producción de mediadores proinflamatorios o citocinas, en particular el TNF-alfa, la IL-1, la IL-6 y el factor de crecimiento transformante beta. Aparte de la activación de la vía araquidónica que da lugar a un aumento de la producción de prostaglandina E2 y a la inducción de una respuesta febril, estas citocinas también pueden causar trombocitopenia. El aumento de la producción de TNF-alfa también puede ser parcialmente responsable de la anemia que se desarrolla en los équidos infectados por el virus de la AIE en virtud de su capacidad para inhibir la eritropoyesis.

Aparte del papel anterior que desempeñan las citocinas proinflamatorias en la patogenia de la AIE, la respuesta inmunitaria adaptativa también está implicada en la patología de la enfermedad. Las plaquetas de los caballos infectados tienen cantidades significativas de IgG o IgM unidas, lo que da lugar a su destrucción inmunomediada y contribuye tanto a la esplenomegalia como a la hepatomegalia.

Hay razones para creer que la respuesta inmunitaria mediada por células (no humoral) es la responsable del control inicial de la infección por el virus de la AIE. Una vez que se ha controlado la infección viral aguda, el individuo infectado permanecerá libre de signos evidentes de la enfermedad hasta que aparezca una variante del virus que pueda evadir el sistema inmunitario del hospedador.

Epidemiología y transmisión de la anemia infecciosa equina

Todos los équidos infectados con el virus de la AIE son portadores de por vida. Estos individuos constituyen el reservorio natural del virus y aseguran su perpetuación en las poblaciones de équidos a lo largo del tiempo. La combinación de portadores frecuentes y la transmisión mecánica por insectos hematófagos explica por qué la AIE se encuentra en poblaciones equinas en una amplia gama de zonas climáticas y países de todo el mundo.

Aunque la AIE se suele considerar una infección de transmisión sanguínea, todos los líquidos y tejidos corporales deben contemplarse como potencialmente infecciosos, especialmente durante los episodios febriles, cuando los niveles virales son elevados. Incluso se han encontrado pruebas del virus de la AIE en hisopos nasales y en hisopos tomados de la cavidad bucal y los genitales. Hay datos limitados que sugieren que el virus infeccioso puede estar presente en la leche. El virus de la AIE también puede transmitirse a los potros en el útero. Las pruebas que apoyan la transmisión venérea son cuestionables; es poco probable que se produzca a menos que el semen esté contaminado con sangre en el caso de un semental infectado.

Existe evidencia circunstancial que sugiere que el virus de la AIE puede transmitirse también, en circunstancias excepcionales, por las vías respiratorias a través de aerosoles de sangre cuando un caballo infectado está sangrando por las fosas nasales.

La transmisión de la AIE por las moscas picadoras es puramente mecánica; el virus no se replica en el insecto. Se ha demostrado que las posibilidades de transmisión de la AIE entre caballos muy próximos entre sí son directamente proporcionales al volumen de sangre retenido en las partes bucales de un insecto después de la alimentación. Según esto, las moscas del caballo, las moscas de los ciervos y, en menor medida, las moscas del establo son los vectores más eficaces del virus. También se debe a que las picaduras son irritantes y desencadenan un comportamiento defensivo del hospedador que interrumpe la rutina de alimentación de las moscas y hace que busquen otro hospedador sensible para completar su alimentación de sangre.

La transmisión de la AIE está influenciada por el número y las especies de moscas, la densidad de la población de caballos, el nivel de viremia en el hospedador y la cantidad de sangre transferida. Las infecciones son especialmente frecuentes en los países cálidos y húmedos del mundo con grandes poblaciones de moscas picadoras. Los caballos sintomáticos y febriles son más propensos a transmitir la enfermedad que los animales con infecciones inaparentes.

Aparte de la transmisión natural de la AIE por insectos que se alimentan de sangre, la enfermedad también puede transmitirse fácilmente de forma iatrogénica mediante la reutilización de jeringas y agujas contaminadas con sangre, instrumentos quirúrgicos, equipos dentales y equipos intravenosos y por la transfusión de sangre infecciosa o productos sanguíneos. Se dice que el virus persiste hasta 96 horas en agujas hipodérmicas contaminadas. La importancia de la diseminación iatrogénica de la AIE no puede subestimarse. Se ha vuelto cada vez más común en algunos países entre un cierto sector de la industria equina que es indiferente a los riesgos inherentes involucrados y al potencial de diseminación del virus.

Hallazgos clínicos de la anemia infecciosa equina

Los hallazgos clínicos y el curso de la infección por el virus de la AIE son variables, según la virulencia de la cepa del virus, la carga viral y la sensibilidad del caballo. Tras un periodo de incubación de 15-45 días o más en los casos de infección adquirida de forma natural, se ha descrito que los casos clásicos de la enfermedad progresan a través de tres fases clínicas. Un episodio inicial o agudo que dura 1-3 días se caracteriza por fiebre, depresión y trombocitopenia. Dado que estos signos pueden ser leves y transitorios, a menudo se pasan por alto o se diagnostican erróneamente. Por lo general, a esta fase inicial le sigue un periodo prolongado asociado con:

  • Episodios recurrentes de fiebre.

  • Depresión.

  • Trombocitopenia.

  • Aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria.

  • Anemia.

  • Ictericia.

  • Petequias en membranas mucosas.

  • Epistaxis.

  • Edema dependiente.

  • Debilidad muscular.

  • Pérdida de condición corporal.

El intervalo entre episodios puede variar de días a semanas o meses. En la mayoría de los casos, los episodios de enfermedad clínica remiten al cabo de 1 año y los caballos infectados se convierten en portadores y reservorios inaparentes del virus de la AIE. Muchos de estos caballos permanecen clínicamente normales. Sin embargo, algunos caballos con infección crónica pueden continuar experimentando episodios recidivantes que varían desde fiebre y trombocitopenia hasta muchos del extenso rango de signos clínicos que se ha descrito. Estos episodios se asocian frecuentemente con infecciones intercurrentes y otras fuentes de estrés.

Aunque lo anterior representa el curso clínico más frecuentemente descrito de la enfermedad, algunos brotes de AIE pueden estar asociados con una infección hiperaguda en la que la infección viral primaria no está controlada; esto puede dar lugar a una fiebre muy alta, recuentos plaquetarios gravemente reducidos y, con poca frecuencia, depresión aguda y epistaxis que conducen a la muerte. En vista de la amplia variación en la respuesta observada en los casos naturales de infección, no es posible confirmar un diagnóstico de AIE basándose únicamente en criterios clínicos.

Aunque los signos clínicos pueden diferir en rango y gravedad entre individuos, los casos de AIE pueden presentar muchos o la mayoría de los siguientes:

  • Fiebre.

  • Depresión.

  • Bajo recuento de plaquetas.

  • Anemia.

  • Aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria.

  • Ictericia.

  • Hemorragias en membranas mucosas.

  • Epistaxis.

  • Edema dependiente.

  • Debilidad muscular.

  • Atrofia muscular.

Lesiones

Las lesiones macroscópicas que se observan con frecuencia en los casos agudos de AIE incluyen aumento de tamaño del bazo, del hígado y de los nódulos linfáticos abdominales; edema dependiente; y hemorragias mucosas. Los casos crónicos de infección se caracterizan por emaciación, membranas mucosas pálidas, hemorragias petequiales en los órganos internos, especialmente en el bazo y el riñón, aumento de tamaño del bazo y de los nódulos linfáticos abdominales y edema dependiente de las extremidades y de la pared abdominal ventral. También se ha descrito la trombosis de vasos sanguíneos.

Histopatológicamente, hay una hepatitis no supurativa y, en algunos casos, una glomerulonefritis, leucoencefalitis periventricular, meningitis o encefalitis. En animales crónicamente infectados pueden encontrarse lesiones oculares. La proliferación de células reticuloendoteliales es evidente en muchos órganos, especialmente en el hígado, donde también se observa acumulación de hemosiderina en las células de Kupffer. La acumulación perivascular de linfocitos se puede encontrar en varios órganos.

Diagnóstico de la anemia infecciosa equina

  • El diagnóstico se basa en pruebas serológicas.

Los signos clínicos de la AIE aguda son a menudo inespecíficos y no definitivos de la enfermedad. Por consiguiente, un diagnóstico clínico provisional debe confirmarse mediante la demostración de anticuerpos frente al virus en sangre. La confirmación de un caso en el que se sospeche AIE ha de llevarse a cabo sin demora. Una amplia gama de enfermedades infecciosas y no infecciosas pueden parecerse clínicamente y confundirse con la AIE. Estas incluyen:

Aunque la prueba serológica aceptada internacionalmente es la inmunodifusión en gel de agar o prueba de Coggins, existe una aceptación creciente de diversas pruebas de ELISA, ya sean competitivas o basadas en antígenos sintéticos, porque pueden proporcionar resultados rápidos. Dado que las pruebas de ELISA pueden registrar una mayor tasa de falsos positivos, todos los resultados positivos de ELISA deben confirmarse por la prueba de Coggins. La combinación de las pruebas de ELISA e inmunodifusión en gel de agar permite obtener la el nivel más alto de sensibilidad y especificidad. El Western blot es una prueba suplementaria a la que se puede recurrir en casos de resultados contradictorios con otras pruebas diagnósticas.

Un problema con las pruebas serológicas disponibles es que pueden dar resultados negativos cuando se analizan los sueros recogidos dentro de los primeros 10-14 días de la infección. Mientras que la gran mayoría de los caballos infectados con el virus de la AIE se habrán seroconvertido a los 45 días, ha habido casos excepcionales en los que el intervalo ha sido de ≥90 días.

Los ensayos de detección directa del virus, como la RT-PCR, no se usan rutinariamente para diagnosticar la AIE. A pesar de su sensibilidad, pueden no detectar virus en caballos portadores con cargas virales muy bajas. Aunque la prueba de inoculación animal es muy sensible para la detección del virus de la AIE, por razones logísticas y económicas ya no está de moda como medio de diagnóstico de la AIE.

Tratamiento de la anemia infecciosa equina

  • No existe tratamiento.

No existe tratamiento antiviral ni cura para la AIE. Debido a que los casos confirmados de la enfermedad son portadores del virus de por vida, se les suele eutanasiar. La alternativa a la eutanasia es el aislamiento permanente y la cuarentena del animal infectado a una distancia de al menos 180 metros de todos los demás équidos en las instalaciones. Abogar por los cuidados de apoyo en estas circunstancias es irrelevante.

Prevención y control de la anemia infecciosa equina

No se dispone de una vacuna segura y eficaz para la AIE. Sin el beneficio de la vacunación profiláctica, se recomienda que los propietarios de caballos implementen un plan de control de la AIE para sus instalaciones. Una parte integral de este programa debe ser la prueba anual de todos los caballos. Las pruebas más frecuentes pueden estar indicadas en áreas que previamente experimentaron una alta incidencia de AIE. Todos los equinos introducidos en un rebaño deben tener una prueba de AIE negativa antes de la llegada o se les ha de aislar mientras las pruebas estén pendientes. Los caballos que compiten en espectáculos deben ir acompañados de un resultado negativo a una prueba de AIE dentro de un periodo de tiempo específico.

Las prácticas de control de vectores han de formar parte de cualquier programa de prevención y control de la AIE. Estas deben incluir la aplicación rutinaria de insecticidas y repelentes, así como la implementación de medidas de control de insectos.

Cualquier programa de control de la AIE debe hacer hincapié en la facilidad con la que el virus causal puede transmitirse indirectamente de un individuo infectado a otros équidos en las instalaciones mediante la reutilización de agujas, jeringas, instrumentos quirúrgicos u odontológicos u otros equipos contaminados. La estricta observancia de los principios de buena higiene y desinfección es esencial para prevenir la transmisión iatrogénica de la AIE.

Las medidas específicas para prevenir/controlar la AIE pueden resumirse de la siguiente manera:

  • Los caballos infectados se convierten en portadores de por vida y representan un riesgo de infección para otros caballos. Las opciones de manejo para un caballo positivo a la AIE son la eutanasia o la cuarentena de por vida, con aislamiento permanente al menos a 180 metros de los caballos no infectados.

  • La prevención es clave para detener la propagación de la AIE.

  • Utilizar una aguja, una jeringa y un equipo intravenoso estériles para todas las inyecciones o tratamientos.

  • Desinfectar a fondo el equipo dental, de tatuajes, quirúrgico, las cadenas de los labios y las brocas entre los caballos. Eliminar todos los desechos y sangre con agua y jabón antes de la desinfección.

  • Administrar únicamente sangre o productos sanguíneos autorizados comercialmente.

  • Mantener las heridas abiertas limpias y cubiertas, si es posible.

  • Utilizar una aguja y una jeringa estériles cada vez que se pinche un frasco de medicación multidosis.

  • Utilizar una técnica estéril al preparar y administrar medicamentos.

  • Exigir un resultado negativo a una prueba de AIE reciente al introducir un caballo en una instalación por primera vez.

  • Practicar un buen control de las moscas limpiando regularmente los establos, eliminando adecuadamente el estiércol lejos de las áreas de estabulación de los caballos y usando aerosoles para moscas o depredadores naturales para minimizar la presencia de moscas.

Riesgo zoonótico de la anemia infecciosa equina

No hay evidencia de que el virus de la AIE sea un agente zoonótico transmisible a las personas.

Puntos clave

  • La anemia infecciosa equina (AIE) es una enfermedad infecciosa no contagiosa de los équidos causada por un virus del mismo nombre. No se sabe si es transmisible a las personas.

  • El modo principal de transmisión natural de la AIE se produce en las partes bucales de los insectos que se alimentan de sangre, especialmente las moscas de caballos y de ciervos.

  • El diagnóstico de la AIE se basa en pruebas serológicas y la demostración de anticuerpos frente al virus en sangre.

  • No se dispone de tratamiento o vacunas comerciales frente a la AIE.

  • La prevención y el control de la AIE se basan en la identificación y la eutanasia o el aislamiento de por vida de los équidos infectados, la prevención de la transmisión iatrogénica del virus y la implementación de prácticas de control de vectores.

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