Hay tres maneras distintas en las que una función inmunitaria excesiva puede causar enfermedad o muerte. Estos incluyen respuestas inflamatorias excesivas, enfermedades alérgicas y enfermedades autoinmunes.
Aunque la inflamación aguda es un proceso defensivo y fundamental para la inmunidad innata, puede ocurrir sin un desencadenante aparente y en lugares donde causa malestar intenso, daño tisular o enfermedad sistémica. Esto da lugar a una morbilidad significativa y a discapacidad.
Síndrome de respuesta inflamatoria sistémica en animales
En infecciones graves o después de una lesión tisular masiva, entran en el torrente sanguíneo cantidades excesivas de citocinas y radicales de oxígeno reactivo que causan una forma de choque conocida como síndrome de respuesta inflamatoria sistémica.
Choque séptico es el nombre que se da al síndrome de respuesta inflamatoria sistémica causado por infecciones graves y asociado con traumatismos, isquemia y lesión tisular. Los animales con infecciones graves pueden generar grandes cantidades de citocinas, principalmente IL‑1, factor de necrosis tumoral alfa (TNF‑alfa), IL‑8 e IL‑6. Esta liberación masiva de citocinas se denominó "tormenta de citocinas". Las dosis elevadas de citocinas son tóxicas e inducen acidosis, fiebre, liberación de lactato en los tejidos, descenso incontrolable de la presión arterial, elevación de las catecolaminas plasmáticas y, con el tiempo, lesión renal, hepática y pulmonar y muerte.
Todos estos efectos se inician por la activación excesiva de los receptores de tipo toll, que conducen a una liberación masiva e incontrolada de citocinas. Las citocinas dañan las células endoteliales vasculares, activándolas de modo que se potencia la actividad procoagulante, lo que causa trombosis con vasodilatación concurrente y disminución de la presión arterial. El daño generalizado del endotelio vascular finalmente provoca insuficiencia orgánica. La sensibilidad de los mamíferos al choque séptico varía mucho. Las especies con macrófagos intravasculares pulmonares, como el gato, el caballo, la oveja y el cerdo, tienden a ser más propensas que los perros.