La poliartritis implica la inflamación de múltiples articulaciones y se clasifica como infecciosa (artritis séptica) o no infecciosa (erosiva o no erosiva [inmunomediada]). La no erosiva puede ser idiopática o estar asociada con la raza (akita), mientras que la erosiva es característica de la artritis progresiva felina y la artritis reumatoide.
Los signos clínicos de la poliartritis incluyen fiebre, cojera, hinchazón de articulaciones, letargo e inapetencia.
El diagnóstico se establece mediante radiografía (derrame articular, posible destrucción ósea erosiva) y análisis anómalos del líquido articular (aumento del recuento celular).
Los tratamientos implican la terapia con glucocorticoides a largo plazo u otros fármacos inmunodepresores, como la azatioprina o la ciclofosfamida.
El pronóstico, en la mayoría de los casos, es reservado o malo, siendo frecuentes las recidivas.